Concepto de grupo y concepción de sujeto

Enrique Pichon-Rivière caracteriza el grupo como «conjunto restringido de personas ligadas por constantes de tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación interna, que se propo­nen en forma explícita o implícita una tarea que constituye su finalidad. Estas personas interactúan a través de complejos me­canismos de adjudicación y asunción de roles».

Esta concepción de grupo lo define como estructura, como un sistema de relaciones a cuya esencia hace la operatividad. La tarea, en tanto organizador es principio de gestación, desarrollo y con­figuración de la estructura grupal.

El sentido, por qué y para qué de la interacción, está dado por necesidades y un hacer, tarea, praxis, relacionados con esas nece­sidades.

Desde este punto de vista, no hay interacción como modali­dad permanente de relación, no hay vínculos, ni grupo, sin ta­rea. Por esto afirmamos que la interacción es proceso motivado y eficaz.

Esta concepción de lo grupal es inseparable de la concepción del sujeto que sustentamos, concepción que lo define como «ser de necesidades que sólo se satisfacen socialmente», «sujeto productor y producido en una praxis», «sujeto de las necesidades», «sujeto de la praxis, el hacer, la tarea». Necesidad y tarea, que emergen, se definen y despliegan en relación. No podemos pensar tarea sin relación, ni relación sin tarea. Tarea y relación se implican y remiten recíprocamente. Por ejemplo: en el protovínculo, las necesidades del bebé surgen y se redefinen en la relación con la madre. Este vínculo originario está a su vez sostenido en una organización familiar y normatizados por un orden social. El bebé necesita del cuerpo, el

calor, la mirada, el pecho de su madre, y desarrolla un hacer, una praxis, en busca de satisfacer esas necesidades, de trans­formar su situación. En esa praxis se constituye como sujeto. Surgen entonces en él las funciones: esquemas de acción. La praxis nunca es sólo «actividad física», sino también psíquica, representacional. El concepto de praxis remite a una complejidad, a un hacer multi­dimensional que implica acción, emoción, actividad ideatoria.

Retornando a la concepción de grupo y sus organizadores, de­cíamos que toda necesidad requiere una relación y surge en ella. A la vez genera un hacer, una tarea.

Para Pichon-Rivière, al grupo como estructura interaccional le es esencial la operatividad ya que se trata de una unidad de acción con direccionalidad.

Pero, ¿qué quiere decir operar? Obrar, ejecutar una obra. Opera­tivo es lo que obra, lo que causa efectos. Está ligado a la idea de eficacia. En este concepto de operatividad se articulan: acción, práctica, trabajo, producción.

El sentido del grupo, (y acá utilizaremos el término sentido, como razón de ser), es el hacer, el obrar, el producir, el trabajar. Es decir, la praxis como actividad dirigida a un fin. Y esto, insis­timos, no sólo en un sentido material, sino comprendiendo la praxis como complejidad, con multiplicidad de rasgos.

Sartre señala en Crítica de la razón dialéctica: «el grupo no es un sujeto», con esto significa que es un sistema de relaciones entre sujetos, y un proceso. Es una estructura en movimiento. El grupo «no tiene una entidad ontológica», sostiene. Sin embargo, en nuestra práctica podemos visualizar que esta estructura es vivida a veces como «sujeto total», con anulación de la subjetividad individual. Esto es una fantasía en la que se expresan el temor y el deseo personal. Retornando a Sartre, éste afirma: «el grupo es un no­sotros práctico». Hace así referencia a la acción conjunta, articu­lada, de varios actores, como configurante de la grupalidad.

Este nosotros implica pluralidad y unidad. Queda planteada aquí una contradicción entre individuo y estructura grupal. Entre el yo y los otros. Contradicción que tiene momentos de agudización, de intensificación del conflicto y momentos y niveles de resolución en la integración. Integración que no es nunca -o no debiera serlo- ­anulación del sujeto.

Al hablar de estos opuestos, estoy planteando una característica esencial de todo proceso, de todo movimiento. El fundamento de todo proceso, del movimiento, está en sus contradicciones internas. Y al hablar de necesidad, de tarea, trabajo, relación, transforma­ción, estoy hablando de movimiento y de contradicciones. Y así abordamos el interrogante al que apunta este trabajo: si todo grupo, en tanto estructura de acción, transformación, interrelación, es esencialmente operativo, ¿de qué hablamos hoy cuando nos referi­mos a grupo operativo? ¿Cuál fue la búsqueda de Pichon-Rivière cuando diseñó una modalidad de trabajo en la estructura grupal?

Extracto de «Algunas reflexiones sobre el grupo y el grupo operativo» en en «Crisis, Procesos Sociales, Sujeto y Grupo»  de Ana Quiroga

 

 

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